En El Confidencial

Nada más práctico que una buena teoría

El Confidencial Santiago Satrústegui

Santiago Satrústegui, presidente de Abante, reflexiona en El Confidencial sobre las creencias personales que tenemos cada uno de nosotros y la realidad a la que nos enfrentamos. ¿Nos importa más tener nuestro propio relato, que no necesita de confirmación práctica, que una teoría que pueda validarse? Satrústegui desarrolla esta idea, desde Aristóteles y “la “Primera Ilustración”, pasando por Elon Musk y su carrera por convertir planetas y satélites en destinos turísticos, por William James y los pragmatistas y, también por uno de los temas que está dominando la actualidad económica y financiera: la inflación y los bancos centrales.

“Cuando Aristóteles empezó su “Metafísica” con la afirmación “todo el mundo quiere saber”, seguramente, con ese todo, se estaba refiriendo a la pequeña parte de la humanidad que él desconocía y que estaba experimentando en Atenas lo que después se ha conocido como la “Primera Ilustración”. Incluso a una pequeña parte de esa pequeña parte, ya que cuesta pensar que en ese momento fuera posible extender esas ansias por la verdad a cualquiera de sus contemporáneos, igual que ahora sigue siendo difícil esperar que exista un número relevante de seres humanos que estén dispuestos a enfrentar sus creencias al escrutinio de la realidad”, escribe. Y, en este sentido, añade que, por lo que vemos todos los días, tampoco deberíamos esperar que sean muchos a los que la realidad pudiera llevar a cambiar de opinión por el simple hecho de no corresponderse con lo que afirman, lo que creen o lo que piensan.

Así, Satrústegui explica que “asistimos todos los días perplejos a la capacidad de los políticos y de muchos medios de comunicación de establecer universos paralelos que conviven sin tener que validarse. Pero cuando nos enfrentamos a problemas de verdad, como me dijo hace tiempo una persona sabia, lo más práctico es tener una buena teoría. Y solo será buena si funciona o, como establecieron pragmatistas como William James hace más de cien años, si nos proporciona una descripción útil a partir de la cual las decisiones que tomemos resulten adecuadas”. Y añade que, “desgraciadamente, el desprecio de lo que ocurre en la práctica, puede generar un estado general de confusión en el que pasen desapercibidas flagrantes contradicciones de teorías que alguna vez fueron ampliamente respetadas”.

Llevándolo al plano económico, comenta que necesitamos una teoría que nos ayude a tomar buenas decisiones respecto a la inflación, que es lo mismo que pedir una buena descripción de cómo funciona el dinero: “Es el tema del momento en los mercados financieros y acertar con esa teoría será la clave que permita a los bancos centrales y a los gobiernos gestionar adecuadamente la salida de la crisis. El objetivo de inflación se ha convertido ya en un blanco móvil para los reguladores, pero el miedo que puede generar la sensación de descontrol les obligará, a la vez, a explicar y a ocultar los fundamentos en los que están basando sus decisiones”.

Y, aquí, añade que aunque la práctica, de momento, va por delante de la teoría, va a hacer falta un relato que nos consiga convencer de que el “lower for longer” es el nuevo paradigma y de que los banqueros centrales, no solamente tienen más información (siempre ha sido así), sino que saben algo nuevo que nosotros, el vulgo, todavía no sabemos. Por último, recuerda que “no pelees contra la Fed” ha sido un lema clásico de inversión que ha ahorrado mucho dinero a muchos inversores: “Mi consejo es seguir aplicándolo, salvo que alguien esté seguro de haber encontrado no solamente una buena teoría, sino aquella que va a ser capaz de imponerse en los próximos años”.

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