El riesgo para el directivo es el de no llegar

HomeBlogFinanzas
19/06/2013

Artículo publicado en Expansión el 16 de junio de 2013

Belén Alarcón, Socia y Directora de Asesoramiento Patrimonial en Abante AsesoresCasi sin darnos cuenta, lo que hace unos años sólo parecían profecías apocalípticas sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones, son hoy tan reales que todos, propios y extraños, reconocen abiertamente el problema: es necesario repensar nuestra jubilación y cómo financiarla.

Puede que el contexto no sea el más propicio pero, a veces, las crisis tienen su lado bueno. Nos obligan a tomar las riendas, a ser creativos, a buscar soluciones a problemas tan complejos como éste sin olvidarnos de que una vez encontradas, no basta con enunciarlas. Antes bien hay que llevarlas a cabo con determinación y cierta urgencia.

Que el problema tenga una dimensión global compleja no significa que podamos eludir nuestra responsabilidad individual. Es más, la solución colectiva pasa, en gran medida, por comportamientos más inteligentes y mejor orientados de todos los agentes involucrados.

El profesional tiene ante sí un gran reto y el riesgo que corre es no llegar a dotarse de un complemento necesario para financiar las etapas de su vida profesional en las que los ingresos serán menores. Nadie nos ha enseñado a afrontarlo y aunque lo ideal sería anticiparnos, sólo nos hemos preocupado en situaciones sobrevenidas como prejubilaciones y EREs o cuando ya es demasiado tarde para diseñar un plan nuestra jubilación. Incluso en estos casos, hay remedio, pero hay que empezar a afrontar los problemas por el principio y tener dos aspectos capitales:

Nuestra experiencia con más de 10.000 profesionales a los que hemos ayudado a pensar y gestionar sus finanzas personales es que el principal escollo a la hora de planificar la jubilación o de afrontar situaciones similares, es la ausencia de un proyecto personal que dé sentido a nuestras decisiones de ahorro e inversión y que nos permita visualizar y cuantificar qué tipo de vida queremos financiar y durante cuánto tiempo. Parece como si viviéramos el futuro en tercera persona. Somos responsables de nuestro presente y, sí, de nuestro futuro, aunque hasta ahora no nos hayamos concienciado (o no tengamos conciencia) de ello.

El segundo gran problema tiene que ver con la forma de afrontar las decisiones de ahorro e inversión, en concreto con el destino que les damos. Está muy bien hacer el esfuerzo de renunciar hoy a vivir un poco mejor por asegurarnos cierta capacidad financiera en el futuro, pero si el destino que damos a esas inversiones no tiene en cuenta que la inflación y los impuestos, serán enemigos a batir. Una inflación del 2% en 20 años resta a nuestro dinero un 30% de capacidad de compra.

En el pasado hemos asociado la idea de riesgo a la fluctuación de los precios de los activos, cuando precisamente han sido la mala calidad crediticia y la falta de liquidez las causantes de los mayores estragos en las carteras de los inversores. La volatilidad es, también, la fuente de una mayor rentabilidad indispensable para batir a la inflación y permitir capitalizar nuestro esfuerzo de ahorro a tasas compatibles con nuestras necesidades futuras. En un entorno de tipos de interés bajos, a corto y a largo plazo, será imprescindible buscar rentabilidad asumiendo el nivel de riesgo necesario y adecuado sabiendo que la diversificación es la mejor herramienta para gestionarlo.

Elegir a alguien que nos acompañe en este viaje, en ocasiones, resulta muy conveniente ya que solemos estimar con dificultad nuestras propias necesidades y creamos obstáculos que, en el fondo, no lo son tanto. ¿Cómo elegir a un buen Consejero Financiero? Asegurándonos que cuando hable de nuestra jubilación sigue el proceso descrito arriba y no centra la conversación en el regalo de campaña por traspasar a su entidad nuestro plan de pensiones.

Belén Alarcón es Socia de Abante Asesores (@balarconm)