La vivienda como recurso para nuestra jubilación

HomeBlogFinanzas
24/05/2023
La vivienda como recurso para nuestra jubilación

El 77% de los españoles vive en un inmueble en propiedad. El porcentaje se ha reducido algo desde casi el 80% de 2010, pero sigue siendo de los más altos de la Unión Europea. España es un país de propietarios en el que la mayor parte del patrimonio de la mayoría de la gente está invertida en ‘ladrillo’. En un contexto en el que la esperanza de vida se incrementa cada año y con incertidumbre sobre la cuantía de las pensiones futuras, pensar en la vivienda como activo para completar nuestra renta es una opción que conviene analizar.

La longevidad nos plantea muchos retos”, destaca Belén Alarcón, socia directora de Asesoramiento patrimonial en Abante. El más importante es planificar una jubilación sin tener los modelos y referencias adecuados, porque en las últimas décadas la esperanza de vida se ha incrementado mucho y el sistema de pensiones ha cubierto una tasa muy importante del último salario. Pero este escenario, esta experiencia, “no nos sirve para proyectar los próximos 30, 40 o 50 años”, añade.

La esperanza de vida al nacer en España es de casi 80 años en el caso de los hombres y de algo más de 85 en el de las mujeres. Y la esperanza de vida a los 65 años es hoy de casi 19 años en los hombres y de casi 23 en el de las mujeres (en 1991 era de 14,6 y de 18,7, respectivamente), según el Instituto Nacional de Estadística (INE). España es en la actualidad el cuarto país más longevo del mundo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Estudios recientes señalan que el récord de 122 años de vida podrá ser superado en pocas décadas. Y la esperanza de vida con buena salud al nacer es de 63,5 años para los hombres y de 64,5 años para las mujeres en la Unión Europea (Eurostat). En España la media es similar.

Los retos de la longevidad para nuestro plan financiero

“Sabiendo cómo funcionan las medias, muchos tenemos bastante probabilidad de superar los 90 años”, comenta Alarcón, que explica la importancia que tiene desde el punto de vista financiero este aumento del tiempo que vivimos: si mantenemos la jubilación más o menos anclada en los 65-67 años, tenemos que financiar una jubilación mucho más larga, mientras que la etapa laboral, la que nos permite ahorrar, no se incrementa. “Esto hace que la ecuación sea mucho más difícil de cumplir”, subraya.

La longevidad plantea, desde este punto de vista, dos retos principales. El primero: si hemos hecho un plan financiero para disfrutar de la jubilación que deseamos, ¿qué ocurre si vivimos más años de la media o de lo que hemos estimado en nuestro plan? El segundo: ¿Qué sucede si en algún momento sufro una dependencia y se incrementan mis gastos? Son dos cuestiones que pueden suceder o no y que no debemos considerar como seguras cuando hacemos nuestro Plan de Futuro Completo, pero cuya posibilidad nos conviene analizar y cubrir.

¿Es suficiente la pensión de jubilación?

La reforma de las pensiones que entró en vigor en abril busca establecer un marco a medio y largo plazo porque “nuestro país va a enfrentarse en los próximos años a una circunstancia demográfica excepcional: la jubilación de la macro generación del baby boom. Entre las medidas que se han puesto ya en marcha, destacan el incremento gradual de la base máxima de cotización y la aplicación del mecanismo de equidad intergeneracional, entre otras.

Uno de los temas que debemos tener en cuenta cuando planificamos nuestra jubilación, es que las reformas que hemos visto en los últimos años y los cambios demográficos que ya están teniendo lugar y que se acentuarán en las próximas décadas lo más probable es que provoquen una reducción de la cuantía de las pensiones de jubilación de la Seguridad Social. De lo que no tenemos certeza es de cómo de generosas o no será la pensión que cobremos cuando nos corresponda.

Por eso es necesario un plan y ahorrar e invertir en función de lo que hayamos establecido en el mismo, partiendo de nuestros objetivos para esa etapa vital.

Asegurar las contingencias

Tener un plan financiero para nuestro objetivo de jubilación que nos ayude a acumular el capital necesario para esta etapa es necesario. Pero, si se produce una contingencia, puede no ser suficiente. Como hemos visto, puede que nuestro plan incluya un consumo de rentas hasta una edad determinada, pero que vivamos más, mucho más en algún caso. O es posible que en algún momento necesitemos ayuda por cuestiones de salud hasta llegar a una situación de dependencia.

Para cubrirnos si alguna de las dos opciones llega a suceder, no tiene sentido ahorrar la cantidad que necesitaríamos, de la misma forma que no tenemos ahorrado lo que nos costaría si nuestra casa se incendiara. Porque eso requeriría acumular un capital elevado y “supondría estresar mucho nuestro plan”, señala Alarcón.

Para cubrir el supuesto de dependencia, podemos recurrir a un seguro específico, a partir de una determinada edad. De esta forma, pagaremos una prima que no supone un esfuerzo extraordinario, pero que nos permitirá tener una renta si nos encontramos en esta situación. La contratación de un seguro requiere un análisis previo para determinar la cantidad que queremos asegurar y cómo.

Financiar la longevidad con la vivienda

Los seguros son una opción, pero en el caso de la longevidad, de superar la esperanza medida de vida, hay otras. “¿Cómo podemos trabajar con esperanza media de vida? La riqueza de los españoles está en los inmuebles, por eso, probablemente, la solución más clara a la inversión de la pirámide poblacional venga de ahí, aunque la mayoría de la gente no piensa en vender su vivienda, pero nos puede permitir obtener la financiación que necesitamos”, explica la socia de Abante.

El 77% de los españoles tienen al menos una vivienda en propiedad. El 17% de los propietarios tiene dos. Y a mayor edad, mayor proporción de propietarios. Es una tasa mucho más elevada que la de otros países europeos, como Alemania, donde se sitúa en el 50,4% (Eurostat).

En el caso de que vivamos más de lo previsto, podemos recurrir a distintas fórmulas para obtener el dinero que necesitamos con nuestra vivienda: la venta de la nuda propiedad (manteniendo el usufructo hasta el fallecimiento), la hipoteca inversa y el alquiler vitalicio. ¿Cuál es la mejor opción? “Depende”, responde Alarcón, “hay que entender y analizar bien cada una de ellas antes de decidir y, aunque no es solo cuestión de números, hay que hacer las cuentas en cada caso”.

La venta de la nuda propiedad consiste en que los derechos sobre el inmueble pasan al comprador, pero este no puede hacer uso del mismo, porque el usufructo, es decir, el uso y disfrute del mismo lo mantiene el vendedor hasta su fallecimiento o según se haya estipulado en el contrato. En este caso, la propiedad no se podrá transmitir a los herederos. Y hay que considerar el valor que se obtiene por la propiedad, que es menor al de mercado, y los costes de la operación. Lo habitual es constituir una renta vitalicia con el capital que se recibe.

La hipoteca inversa es un préstamo con la garantía de la vivienda. La persona que la contrata recibe una cantidad, en forma de capital o de renta vitalicia, también por un importe inferior al que se obtendría por la venta a precio de mercado. En este caso, los herederos podrían cancelar la hipoteca (el importe variaría en función del tiempo transcurrido) si quisieran mantener el inmueble.

El alquiler vitalicio es una opción con la que tampoco se conserva la propiedad, pero que proporciona mayor flexibilidad a la persona. En este caso, se valora la propiedad, por un lado. Por otro, en función de la esperanza de vida de la persona, se calcula cuánto costaría el alquiler de esa vivienda durante esos años. Y al valor de la propiedad, se le resta el coste del alquiler, además de la prima que aplique la entidad. Y se le entrega al propietario la cantidad restante, con la que puede, de nuevo, constituir una renta vitalicia.

En el caso del alquiler vitalicio, si en un momento dado la persona necesita o prefiere irse a una residencia, a casa de un familiar, etc. el dinero de alquiler que no ha consumido, se le devuelve. En cambio, si vive más de lo estimado, se ahorra ese coste extra.

Cada opción tiene un coste y unos pros y contras. Por eso, en cada caso interesará más una u otra. De ahí la necesidad de un buen asesoramiento y de entender todas las implicaciones de las decisiones que podemos tomar.