EN EL CONFIDENCIAL

Los riesgos del desprestigio del esfuerzo

“Libertad e igualdad son los dos valores fundamentales que cualquier sociedad necesita combinar adecuadamente para poder aspirar a un futuro exitoso. Pero, al mismo tiempo, libertad e igualdad son dos valores que llevados al extremo se excluyen entre sí“, escribe Santiago Satrústegui, presidente de Abante, en su último artículo del blog “Desnudo de Certezas” de El Confidencial

En Los riesgos del desprestigio del esfuerzo”, explica que “la libertad, como modelo económico, incentiva el emprendimiento y la asunción de riesgo, pero, en la medida que las cosas les vayan bien a los que se arriesguen o a los que se esfuercen, empezará a establecerse una diferencia con los que no lo hagan. La libertad por sí misma genera desigualdad y ese es, precisamente, el problema de la igualdad, que solamente es posible limitando mucho la libertad”.

Así, Satrústegui destaca que durante décadas en las que se han conseguido logros muy importantes, desde el punto de vista de calidad de vida y bienestar generalizado, que todo el resto del planeta quiere copiar, Occidente ha usado dos elementos de corrección para poder asumir las desviaciones: la igualdad de oportunidades y la garantía de un nivel mínimo de protección. Y, aquí, añade que “el Estado (los distintos estados) debería haber sido el garante de esos elementos de ajuste”.

“Mientras se debate sobre cuál es un nivel de protección mínimo adecuado y sobre el nivel más eficiente de participación del Estado, hay un tema, relacionado con la igualdad de oportunidades, que cada vez está surgiendo más y me preocupa especialmente. Se trata de la campaña de desprestigio del mérito y del esfuerzo como justificación de las diferencias económicas”, sostiene.

Satrustegui también comenta que, en su planteamiento más radical, la tesis es que educar en una cultura del esfuerzo puede generar culpa y frustración en los entornos más desfavorecidos. En este sentido, el presidente de Abante explica que resulta curioso que cuando estas diferencias se llevan a otros ámbitos distintos al laboral y profesional, como es el deporte, estos argumentos no apliquen: “Incluso, sabiendo que el deporte, el arte u otros campos parecidos, también son ‘profesionales’, su contenido económico es indiscutible y, además, las diferencias que conseguir el éxito genera son muchas veces mucho mayores que en aquellos casos donde el esfuerzo se critica y se trata de desincentivar”.

Por otra parte, Satrústegui también advierte sobre la gestión de las expectativas, y se pregunta qué podría pasar en una sociedad donde el esfuerzo y el mérito no se tuvieran en cuenta, estuvieran incluso mal vistos y las posibles ventajas que pudieran generar estuvieran recortadas por un sistema de desincentivos

Finalmente, recupera el término meritocracia, extraído del escritor británico Michael Young, que empleaba esta palabra desde un sentido peyorativo, y recuerda que “si no nos preocupamos un poco, podemos correr el riesgo de volver ahí”.

Podéis leer la tribuna completa aquí.