¿Qué papel deben tener las inversiones alternativas en una cartera bien construida?

El peso de las inversiones alternativas en las carteras de los inversores españoles ha pasado del 5% en 2020 al 9% en 2023. Un incremento que refleja el creciente interés por diversificar más allá del mundo cotizado y construir carteras con visión de largo plazo, capaces de generar valor en un entorno económico más complejo y con expectativas de vida más prolongadas.

Vivimos más años, nuestras jubilaciones son más largas y eso implica un nuevo desafío: rentabilizar nuestro patrimonio durante más tiempo. Para lograrlo, no basta con depender únicamente de la renta fija o la renta variable tradicionales. La clave está en construir una cartera de inversión adecuada y equilibrada, que combine distintas fuentes de rentabilidad según nuestras necesidades, objetivos, horizonte temporal y perfil de riesgo.

Como explica Marta Rodríguez, socia directora comercial de Abante, en este vídeo: “las masas de activos que deben componer una cartera de inversión, tradicionalmente, son tres: los activos inmobiliarios, los activos financieros y los activos empresariales. El porcentaje que asignemos a cada una dependerá mucho del perfil de riesgo y del proyecto vital de cada inversor”.

Las inversiones alternativas pueden ser clave para construir una cartera más sólida y diversificada.

Inversiones alternativas: diversificación, iliquidez y largo plazo

Los activos alternativos -como el capital privado, las infraestructuras o la deuda privada- no cotizan en mercados regulados y, por tanto, no tienen liquidez diaria. Esa característica, que tradicionalmente era vista como una barrera de entrada, puede ser una ventaja. “La iliquidez evita que el inversor reaccione con nerviosismo en momentos de volatilidad, lo que muchas veces se traduce en una mejor rentabilidad a largo plazo”, explica Joaquín Casasús, socio director general de Abante.

En este sentido, Rodríguez añade que “cada vez más inversores -desde particulares hasta instituciones- buscan en los alternativos una herramienta para preservar capital, generar rentas futuras y, sobre todo, invertir con coherencia en una estrategia de largo plazo alineada con su proyecto vital”.

Y es que, en este escenario en el que las inversiones alternativas están ganando protagonismo como complemento clave dentro de una estrategia patrimonial bien diseñada, la longevidad es en un factor determinante porque ya está cambiando por completo el enfoque de la inversión. Hoy, una persona de 60 años tiene más de un 50% de probabilidades de vivir hasta los 90. Eso implica que la jubilación puede durar 25 o incluso 30 años. “En este escenario, asumir algo más de riesgo para aspirar a mayor rentabilidad no solo es razonable, sino necesario”, apunta Rodríguez.

Planificación financiera con visión de futuro

Como en cualquier inversión, hay que hacer un ejercicio previo de planificación financiera. Desde Abante siempre proponemos mirar cada decisión de inversión con perspectiva, analizando qué impacto tendrá a lo largo de la vida de cada persona.

“Cuando un cliente se plantea cómo quiere vivir, cuánto va a gastar, qué ingresos va a tener o cómo quiere dejar su patrimonio a la siguiente generación, lo que realmente está haciendo es entender qué rentabilidad debe exigirle a su patrimonio para alcanzar esos objetivos”, explica Marta Rodríguez. “Y eso es lo que nos debe marcar, de alguna manera, la estructura de activos que debe tener su cartera”.

En este marco, es fundamental contar con una cartera de inversión equilibrada, en la que la estrategia de activos alternativos encaje con el resto de la cartera y del patrimonio del inversor. Y, en este sentido, hay que tener claro que los activos alternativos no son un sustituto de los activos líquidos, sino un complemento. “Nosotros, por lo general, recomendamos que este tipo de inversión no supere el 30% del patrimonio financiero total, con un máximo del 10% por vehículo”, explica la experta. La clave está en diversificar por tipo de activo, geografía, añadas y temáticas: infraestructuras, deuda privada, recursos naturales, innovación, entre otras.

Además, como estos productos suelen tener una duración media de 10-12 años, es fundamental valorar bien los flujos futuros del inversor. ¿Qué parte del patrimonio puedo invertir sin riesgo de necesitarlo a corto plazo? ¿Cómo lo integro en mi planificación financiera global?

Las inversiones alternativas pueden ser clave para construir una cartera más sólida y diversificada.

Invertir en fondos alternativos implica seleccionar a los mejores gestores, planificar con visión de futuro y entender cómo encajan estos activos dentro de una cartera completa. Por eso, el papel del asesor financiero es clave: no solo para diseñar la estrategia inicial, sino para acompañar al inversor en todo su recorrido.