¿Qué son las inversiones alternativas?

Las inversiones alternativas se han ido haciendo un hueco, poco a poco, en las carteras de los inversores. En los últimos años, su popularidad ha ido creciendo, algo que se refleja en las cifras que manejan desde la consultora Preqin y que ponen de manifiesto que la inversión en alternativos es una realidad que ha llegado para quedarse.

En concreto, desde Preqin explican que la inversión en activos alternativos ha pisado el acelerador en los últimos años, llegando a alcanzar los 10.310 billones de dólares en activos bajo gestión en 2019, con una previsión de llegar a los 14 billones para el año 2023.

¿Qué hay detrás de este crecimiento?

Este tipo de inversiones se ha visto impulsado por el entorno de bajos tipos de interés en el que nos encontramos y en el que previsiblemente seguiremos durante los próximos años. De hecho, el Banco Central Europeo, en su última reunión de julio, ya ha confirmado que mantendrá los tipos bajos hasta, al menos, 2024, un ajuste de su política monetaria en línea con la nueva estrategia de inflación que presentó hace unas semanas. Este escenario es el que está llevando a muchos inversores a explorar nuevas vías de rentabilidad, más allá de la renta fija y huyendo, además, de los valores cotizados tradicionales.

“Tradicionalmente, las grandes universidades, los fondos de pensiones o los grandes inversores institucionales ya destinaban una parte importante de su cartera a este tipo de activos. Ahora estamos viendo cómo los family office y los inversores privados también se están decantando por la inversión en alternativos, especialmente por el private equity, en sus distintas versiones, y, más recientemente por proyectos de infraestructuras o deuda privada”, explica Joaquín Casasús, socio y director de la gestora de Abante.

Y es que, en años de malas rentabilidades en los mercados o de mucha incertidumbre, hay muchos inversores que recelan de las bolsas y que buscan activos que no correlacionen con el mercado. El objetivo es doble. Por un lado, evitar los episodios de volatilidad y, por otro, buscar una mayor diversificación para su dinero.

La inversión en alternativos

Si buscamos una definición para poder explicar qué es la inversión en activos alternativos, lo que nos encontramos es que se consideran activos alternativos a todos aquellos que no hacen referencia a los productos financieros tradicionales, como pueden ser las acciones, los fondos de inversión cotizados, los bonos, las obligaciones, etc.

En realidad, el principal punto en común que tienen todos los activos alternativos es que no correlacionan con los mercados financieros. Esto hace que los inversores puedan tener su patrimonio más diversificado, estando al margen del mercado. Además, la inversión en alternativos permite acceder una nueva fuente de rentabilidad que no sería posible obtener con las inversiones tradicionales, y con buenos retornos, tanto en momentos alcistas como en bajistas, tal y como explican desde Preqin.

¿De qué hablamos entonces? Entran en este tipo de inversiones el private equity, el inmobiliario y las infraestructuras, que son, por el momento, los más populares, y, también, las materias primas, la deuda privada y otro tipo de activos, como arte, joyas o coches, entre otros.

Con todo, hay que tener en cuenta que, como toda inversión, no es aconsejable para todo tipo de inversores, ya que su iliquidez pude suponer un riesgo para cierto tipo de personas. Al ser productos más ilíquidos, el inversor debe hacer un análisis de su situación financiera y patrimonial y ver qué porcentaje de su patrimonio financiero puede destinar a este tipo de activos, pensando siempre a largo plazo para ver si ese dinero que quiere invertir, por ejemplo, en un fondo de private equity, lo va a poder necesitar próximamente.