Implicar a la siguiente generación en el family office: clave para proyectar el legado familiar hacia el futuro

InicioBlogFinanzas
10/12/2025
Family office siguiente generación legado

Construir un patrimonio sólido es uno de los mayores logros de una familia empresaria. Pero cuando ese patrimonio ya está consolidado, se abre una nueva etapa, no menos ambiciosa: pensar en cómo evolucionará, en qué manos quedará y qué significado tendrá dentro de 10, 20 o 50 años. Ahí es donde entra en juego una de las decisiones más estratégicas: cómo implicar a la siguiente generación en la gestión del legado.

Las nuevas generaciones no llegan solo a heredar, sino a plantear nuevas preguntas. Y cuando una familia decide escucharlas, integrar su mirada y darles espacio para participar, el family office se convierte en algo más que una estructura patrimonial: se transforma en un lugar donde el legado se actualiza y se conecta con el presente. Como ya se analizó en el artículo publicado en septiembre sobre el papel del family office como vehículo para construir un proyecto familiar compartido, la clave está en dotar al patrimonio de un propósito claro.

Implicar a la next gen no es solo un gesto de continuidad, sino una forma de asegurar que el legado siga siendo relevante, motivador y con capacidad de generar impacto. Y es ahí donde muchas familias descubren su siguiente gran oportunidad: no solo preservar lo conseguido, sino ampliar el horizonte de lo posible.

Como explica Belén Alarcón, socia y directora de asesoramiento patrimonial en Abante, “profesionalizar las relaciones en la empresa y darle un sentido al patrimonio familiar son dos aspectos fundamentales para involucrar con éxito a las siguientes generaciones”. Dicho de otro modo: la implicación no llega por inercia, se diseña; y cuando se diseña bien, la continuidad deja de depender del azar y pasa a formar parte de una estrategia.

Los desafíos de la nueva generación: activar su potencial

Incorporar a la siguiente generación es una oportunidad para sumar perspectivas y renovar la conversación sobre qué significa hoy invertir, conservar y contribuir. Muchas veces, el verdadero reto no está en la voluntad, sino en el marco: sin espacios claros, el interés se diluye; sin formación adecuada, la participación se vuelve incómoda; sin propósito, la implicación pierde fuerza.

Los desafíos más comunes que se observan en este proceso suelen responder más a vacíos que a conflictos:

  • Necesidad de una narrativa compartida: sin una misión patrimonial clara, el patrimonio puede percibirse como una estructura sin dirección.
  • Diversidad de intereses: las prioridades de la next gen pueden ser diferentes y, bien integradas, suponen una palanca de evolución.
  • Falta de formación contextualizada: existe interés, pero no siempre herramientas ni acompañamiento para canalizarlo con criterio.
  • Espacios de pertenencia activa: sin participación real, es difícil que aparezcan compromiso y corresponsabilidad.

Como recuerda Belén Alarcón, “es muy importante que todos los miembros de la familia vean más allá de su yo individual y que sean conscientes también de la parte empresarial, familiar y personal”. Ese equilibrio —entre identidad individual y pertenencia familiar— es, a menudo, el punto de partida de una implicación sostenible.

Tres pilares para involucrar activamente a la familia

Frente a estos desafíos, es necesario un marco que no solo prevenga fricciones, sino que favorezca el compromiso. Involucrar a las nuevas generaciones no significa delegar sin control, sino construir desde tres pilares estratégicos: la educación trascendente, la participación real y la conexión con el propósito. En palabras de Belén Alarcón, “no buscan solo multiplicar los activos, se trata de que su legado continúe y trascienda las siguientes generaciones, generando un impacto, pero también cohesión familiar y valores compartidos”.

Pilar 1: educación trascendente

La formación patrimonial que funciona es la que va más allá de lo técnico: enseña a comprender el origen del patrimonio, el alcance de las decisiones y la responsabilidad que implica gestionarlo. Por eso, muchas familias están poniendo en marcha escuelas internas de accionistas, itinerarios progresivos o programas a medida que combinan inversión, cultura de esfuerzo y visión a largo plazo. Como señala Belén Alarcón, “hay que dibujar un plan de vida y luego ver cómo el dinero puede ayudar”.

Pilar 2: gobernanza participativa

La implicación real requiere estructura. No basta con informar: hay que ofrecer espacios donde la siguiente generación pueda aportar, aprender y tomar decisiones de forma gradual. Comités temáticos (filantropía, sostenibilidad, inversión emprendedora), proyectos tutelados o programas de mentorización intergeneracional son mecanismos eficaces para activar participación sin precipitar responsabilidades. El protocolo familiar, bien entendido, no es un corsé: es un marco que ordena, da claridad y facilita el relevo. Como se pone de relieve en el informe elaborado por IE University Center for families in business y Fundación Abante sobre Single family offices para familias empresarias: retos y estrategias para la creación de riqueza”, contar con un gobierno estructurado y flexible ayuda a mantener el equilibrio entre continuidad y evolución.

Pilar 3: propósito como brújula

Cuando se alinea el patrimonio con causas que motivan a la siguiente generación —educación, sostenibilidad, ciencia, impacto social—, la implicación deja de ser un deber y se convierte en una oportunidad de contribución. Permitir que lideren parte de iniciativas o inversiones conectadas con esas áreas, siempre bajo una misión patrimonial consensuada, transforma la relación con el legado: lo hace propio, actual y con dirección.

Un nuevo protagonismo para una nueva etapa

El futuro del patrimonio familiar no está solo en su preservación, sino en su capacidad de seguir teniendo sentido para quienes lo recibirán. Cuando la siguiente generación encuentra un espacio real para aportar y crecer, el family office deja de ser una estructura y se convierte en una herramienta viva: capaz de sostener lo esencial y, al mismo tiempo, abrir nuevas vías de impacto y continuidad.

Desde Abante, subrayamos la importancia de contar con un asesoramiento especializado que acompañe este proceso de forma integral: combinando planificación, gobernanza familiar y acompañamiento en la toma de decisiones, para que la implicación de la next gen sea natural, gradual y coherente con la misión patrimonial. Porque involucrar bien no es delegar: es activar el talento que garantiza que el legado no solo se mantenga, sino que evolucione con sentido.