Cuidado con la renta fija

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26/11/2009

Durante las últimas semanas hemos ido analizando las distintas noticias, anuncios y estudios que, relativos a la campaña de planes de pensiones, han aparecido en los medios de comunicación. De forma abrumadora los productos ofrecidos son de renta fija o similares, garantizados de renta fija o Planes de Previsión Asegurados, cuya rentabilidad está muy ligada, también, a los tipos de interés a largo plazo.

La concentración en activos en planes de renta fija a largo plazo es 62%, porcentaje al que hay que unir la posición en liquidez, un 10% aproximadamente. Estas cifras son muy significativas y contrastan con las de otros países de nuestro entorno en los que la inversión en activos de renta variable es mayor. Hay que tener en cuenta que el resto de nuestro ahorro para jubilación, el que está en otras fórmulas de ahorro privado y el que corresponde a la parte pública, está invertido de forma casi absoluta en deuda pública a medio y largo plazo.

En los últimos 20 años hemos visto como este tipo de activos ha generado rentabilidades espectaculares para el nivel de riesgo que ofrecían. Y esto por una doble vía. El periodo inflacionario que se abrió tras las crisis del petróleo en los 70 exigió políticas monetarias de tipos de interés muy elevados. La rentabilidad, vía cupones, de las emisiones de los años 80 y 90 ha sido excepcionalmente elevada. Al tiempo, la mejora de los cuadros macroeconómicos (déficit, inflación, desempleo, niveles de endeudamiento público, etc…) y los avances en productividad, han permitido a las autoridades monetarias reducir de forma clara y progresiva los tipos de interés. La rentabilidad, vía precio, de la renta fija ha sido también muy alta.

La crisis económica y financiera que ha mantenido en vilo al mundo y de la que parece que comenzamos a salir, ha requerido de medidas excepcionales de política monetaria que han llevado los tipos de interés a corto plazo a niveles cercanos al 0%. La aversión al riesgo y las medidas estabilizadoras han llevado a particulares y gobiernos a comprar masivamente deuda pública que hoy cotiza a precios máximos históricos. A estos precios, la rentabilidad esperada para los próximos años está por debajo del 3% en la mayoría de los casos, sólo superada por aquellos países cuya situación macroeconómica les exige pagar una prima de riesgo sobre la rentabilidad ofrecida por economías más solventes.

Con los tipos a corto plazo cercanos al 0%, los tipos a largo en el entorno del 3% y con el patrimonio para la jubilación tan concentrado en este tipo de activos, nos parece que el esfuerzo de ahorro puede quedar diluído en rentabilidades que, netas de inflación e impuestos, a duras penas serán positivas.

En el contexto actual, nos parece que hay razones para pensar que, hoy por hoy, la renta variable debería tener más peso en las carteras de los inversores que ahorran para la jubilación.

  • Valoraciones, algo más ajustadas que hace unos meses, pero atractivas
  • Beneficios empresariales respondiendo bien al entorno de contracción económica
  • Escenario macroeconómico de crecimiento débil y ausencia de riesgos inflacionistas que debe permitir, a las autoridades monetarias, mantener los tipos de interés bajos durante un periodo largo de tiempo
  • Gran cantidad de dinero que se ha quedado fuera de mercado y que espera oportunidades de compra

En el pasado, comprar y mantener bolsa no ha sido siempre mejor inversión que la de invertir en renta fija. Es cierto que muchos inversores han obtenido muy poco retorno de la bolsa y, en algunos casos, aun están en pérdidas después de largos periodos de inversión. Pero no es menos cierto que el mercado da oportunidades de compra, unas más claras y rotundas, como la que se ha abierto en marzo de este año y otras menos obvias. Así, el ahorro periódico, destinado a los activos más atractivos en cada momento y el adecuado rebalanceo de la proporción entre bolsa y bonos debería proporcionar resultados satisfactorios a largo plazo.

Entendemos que, cada uno según sus circunstancias y perfil de riesgo, debería analizar cuál es hoy su distribución de activos y si le va a permitir obtener el retorno que necesita para dar cumplimiento a su objetivo de rentas durante la jubilación.

Pero para que haya un análisis de este tipo y una cierta rotación de activos en el ahorro para la jubilación es necesaria una visión más largoplacista y centrada en las necesidades y objetivos del inversor, que la que hoy tienen las redes de distribución de las entidades financieras más pendientes de la campaña que de la jubilación.