Por qué invertir en un fondo de deuda de capital privado

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28/04/2025

En el entorno de tipos de interés al alza que hemos vivido en los últimos años, la deuda privada -o el crédito privado- se consolidó como una opción de inversión atractiva para diversificar carteras y acceder a oportunidades fuera del alcance en los mercados públicos. Pero ¿qué es exactamente un fondo de deuda de capital privado? ¿Y qué ventajas ofrece a los inversores?

Un fondo de deuda de capital privado se caracteriza por invertir en compañías proporcionándoles financiación, es decir, mediante préstamos, sin pasar por el sistema bancario tradicional. En lugar de adquirir acciones, los inversores participan como prestamistas, proporcionando financiación a cambio de un rendimiento pactado.

Estos fondos suelen canalizar el capital de los inversores institucionales o particulares hacia compañías que necesitan recursos para crecer, financiar adquisiciones o reestructurar su balance.

En este sentido, los inversores desembolsan capital en el fondo, el gestor selecciona y negocia los préstamos y las empresas que necesitan financiación negocian los términos con los gestores. Las compañías devuelven el préstamo más los intereses y el fondo retribuye a los inversores con ese capital más los intereses, descontando las comisiones correspondientes.

Aunque la deuda privada presenta menos volatilidad que la renta variable y ocupa una posición prioritaria en la estructura de capital, no está exenta de riesgos. El principal es el riesgo de crédito, es decir, la posibilidad de que la empresa prestataria no pueda cumplir con sus obligaciones de pago. Este riesgo está ligado a la calidad crediticia de la compañía, su modelo de negocio, su capacidad de generación de ingresos y su nivel de endeudamiento.

¿Cuáles son las características principales? 

Una de las más relevantes son los covenants o los términos que deben cumplir los prestatarios y que incluyen aspectos como limitaciones en el nivel de deuda de la compañía, solicitar permiso de los prestamistas antes de llevar a cabo operaciones corporativas y utilizar fondos únicamente para los fines acordados. Con esto, explica Andrea Quintas, del equipo de Productos alternativos de Abante, “se cubre el riesgo de crédito y se protege al inversor”.

También está la deuda garantizada, respaldada por un colateral, que el gestor puede exigir si considera que existe un riesgo elevado de impago por parte del prestatario. En ese caso, tendría derecho a quedarse con ciertos activos, lo que contribuye a minimizar el riesgo de pérdida.

Y, por último, una característica habitual es que los prestamos se estructuran con tipos de interés flotantes, es decir, una tasa variable compuesta por un tipo base más un diferencial o spread.  Este enfoque permite que los rendimientos se ajusten al entorno de tipos de interés: aumentan cuando los tipos suben, “aunque también podría reducirlos cuando las tasas de interés están disminuyendo”, subraya Quintas.

Estrategias de fondos de deuda privada: tipos y riesgos

En función del tipo de compañía en la que desarrollemos la estrategia, podemos encontrar distintas opciones: deuda senior / direct lending, deuda mezzanine, deuda infraestructuras o deuda inmobiliaria.

Además, es fundamental tener en cuenta el orden de prelación, es decir, la prioridad según la cual los inversores recibirán los reembolsos en caso de que una compañía enfrente dificultades financieras. “Este es un factor muy importante cuando evaluamos el riesgo y el retorno de una inversión en crédito”, señala la experta.

Por ejemplo, si la estructura de capital de una empresa se ordena en deuda senior, deuda subordinada, mezzanine debt, acciones preferentes y acciones. Sila compañía quebrase, los primeros en cobrar serían aquellos tenedores de deuda senior y los últimos serían los accionistas. “Esto es importante porque dependiendo de en qué deuda invierta voy a tener mayores retornos porque habré asumido más riesgo y si hubiese asumido menos riesgo, menores retornos”, explica Quintas.

También influyen el ciclo de vida y el perfil financiero de la compañía. Como detalla la experta, “no podemos exigir la misma rentabilidad a una empresa en fase de start up que a una compañía consolidada con ingresos recurrentes”. Por eso, se diferencian tres grandes tipos de inversión: venture debt, para empresas en fase de crecimiento (mayor riesgo, mayor retorno exigido), préstamos corporativos, para compañías en fase de madurez, y si está en estabilidad o declive, deuda distressed.

En este contexto, muchos inversores encuentran, en los mercados privados, una forma de acceder a oportunidades descorrelacionadas de los mercados cotizados, con mayor capacidad de análisis y control sobre cada operación. La iliquidez -otro factor que hay que tener en cuenta- suele compensarse con una rentabilidad superior a la que ofrecen otros activos similares en mercados cotizados.

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