La jubilación como parte de mi plan financiero vital

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27/11/2018

¿Has pensado alguna vez cómo quieres que sea tu jubilación? En la era de la longevidad mirar hacia el futuro es más importante que nunca. Aunque las encuestas nos dicen que cada vez somos más los españoles que nos preocupamos por nuestra jubilación, lo cierto es que no nos ocupamos tanto como deberíamos y que estamos pasando por alto cuestiones relevantes que van a hacer que nuestra jubilación sea completamente diferente a la que vivieron nuestros padres.

Nos encontramos en un escenario distinto, marcado por el incremento de la esperanza de vida y la incertidumbre que hay en torno al sistema público de pensiones -las dos últimas reformas de la Seguridad Social han hecho que las pensiones se reduzcan en torno a un 35%-. Dos realidades que nos obligan a mirar hacia el futuro de una forma diferente y a replantearnos nuestros proyectos personales y financieros.

Aunque todavía nos cuesta creerlo, es muy probable que muchos de nosotros lleguemos a vivir cien años. En el último siglo, la esperanza de vida se ha duplicado en España, lo que nos sitúa como el segundo país más longevo del mundo. Es decir, vamos a vivir más años, lo que implica que vamos a tener jubilaciones más prolongadas, mientras que vamos a contar con menores recursos para financiarlas.

Además, no solo vamos a tener vidas más largas, sino que vamos a tener una mayor calidad de vida: vamos a llegar a la jubilación más activos y con más ganas de hacer cosas. Y en este escenario, ¿cómo planificamos en el presente nuestra jubilación?

Como explica Belén Alarcón, directora de asesoramiento patrimonial de Abante, hay que hacer un ejercicio de reflexión que parta por nuestros proyectos vitales y, después, por nuestro plan financiero: “No tenemos que pensar qué edad tenemos, sino cómo nos sentimos. Debemos pensar que, si vamos a vivir más tiempo, una alternativa puede ser retrasar nuestra edad de jubilación. Las otras opciones pasan por incrementar nuestro esfuerzo de ahorro o por asumir más riesgo con nuestras inversiones”.

En este sentido, Alarcón destaca que hay que contextualizar el dinero en nuestra vida y hacer siempre un plan personal y financiero que nos ayude a comprometernos con nuestro futuro y tomar mejores decisiones de consumo, ahorro e inversión.

El ejercicio de diseñar tu línea vital

¿Cómo podemos pasar de la preocupación a la ocupación? Es una realidad que nos cuesta más pensar en el largo plazo y que nos solemos dejar llevar por ‘el aquí y ahora’ y esto, como recuerda Alarcón, se debe a que tenemos estructuras cerebrales de millones de años preparadas para pensar en el corto plazo en primera persona y ver el futuro en tercera.

Por eso, cuando aún disponemos de tiempo para planificar nuestro futuro, es muy importante realizar un ejercicio de planificación financiera para poner sobre la mesa cuáles son las metas que queremos cumplir a lo largo de nuestra vida, ubicarlas en el tiempo para, después, ver qué coste tienen y cómo las vamos a financiar.

Poner en perspectiva nuestros planes y objetivos nos va a ayudar a ser más realistas con nuestras inversiones y con nuestro ahorro al ser conscientes de que invertimos para un fin y que el dinero es el medio que no va a ayudar a conseguir lo que es importante para nosotros.

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Con la vista puesta en la jubilación, realizar este ejercicio de planificación financiera nos va a servir para pensar en el futuro en primera persona y ver cuáles son las consecuencias de las decisiones de ahorro e inversión que estamos tomando en el presente.

Así, por ejemplo, una persona con que quiera empezar a ahorrar para su jubilación, lo primero que tiene que hacer es responder a una serie de cuestiones como: ¿cuándo me quiero jubilar? ¿Qué quiero hacer cuándo me jubile? ¿Cuánto me cuestan mis objetivos? ¿De cuánto dinero dispongo ahora y cuánto puedo ir ahorrando? Responder a esas preguntas le va a permitir cuantificar sus objetivos parta saber cuál es su déficit –la diferencia entre lo que necesita y lo que tiene– y, en consecuencia, cuál es la rentabilidad objetivo que le tiene que exigir a los mercados financieros y el perfil de riesgo que puede asumir.