Los acrónimos que mueven al mercado: del FOMO al YOLO pasando por el JOMO

HomeBlogActualidad
20/03/2024

Cada cierto tiempo se pone de moda un nuevo acrónimo. Unas siglas que los anglosajones son muy dados a utilizar y que poco a poco van calando en el lenguaje y en la forma en la que todos nos comunicamos.

A veces son modas pasajeras, tendencias que comienzan a viralizarse en redes sociales y que se extrapolan al día a día hasta el punto de formar parte de nuestra vida cotidiana, tanto a nivel personal como profesional. Quién no ha recibido un email con el asunto ASAP (as soon as posible), que viene a decir que lo que sea que te están pidiendo en ese email es urgente o con un FYI (for your information) para decir que este email requiere de tu atención. O un WhatsApp con un LOL (laugh out loud) para decir que algo es muy gracioso.

Algunos acrónimos se popularizan porque, en parte, sirven para economizar el lenguaje y se asocian, en muchos casos, a una generación concreta. Otros responden a una tendencia social, a un sentimiento o una forma de ver el mundo que empiezan a experimentar distintas generaciones en diversos países y que acaban por ser mucho más que un fenómeno social, ya que tienen un claro impacto económico, con su consecuente repercusión en los mercados financieros.

Uno de esos acrónimos que llevamos varios años escuchando es FOMO (fear of missing out), que se puede interpretar como miedo o ansiedad por quedarse fuera de algo, es decir, que el resto de las personas o tu entorno más cercano esté haciendo algo que tú no estás haciendo. Se puede hablar de FOMO por perderse un plan social, un viaje o una experiencia concreta y, también, por perderse una oportunidad de inversión.

El FOMO en los mercados financieros se asocia a las modas. Cada cierto tiempo hay un producto, un activo o una temática concreta que se hace popular y que acapara la atención de muchos inversores. Muchas veces es por el ‘boca a boca’. Por un amigo, familiar o compañero de trabajo que nos dice que ha invertido en algo que está subiendo mucho y que le está haciendo ganar mucho dinero y, normalmente, de forma rápida. Y son precisamente estas palabras las que nos llevan a generar ese sentimiento de FOMO: ansiedad, miedo y nerviosismo porque nosotros nos estamos perdiendo ‘esas rentabilidades’. ¿Podré invertir ahora en ese producto? ¿Llego tarde a esa tendencia? ¿Y si invierto ahora mismo para no quedarme fuera? ¿Y si todos se hacen ricos menos yo?

El FOMO financiero nos puede llevar a hacernos esas preguntas y a actuar de forma rápida e irracional si invertimos directamente en esa moda sin antes pararnos a pensar si realmente ese producto es el que realmente necesitamos en función de nuestras circunstancias y objetivos y sin haber recurrido a un profesional externo que nos asesore y nos diga si es bueno para nosotros. Porque las modas, como ya sabemos, van y vienen. A veces vuelven, pero otras veces se quedan en el olvido. Por poner un ejemplo de un fenómeno reciente: ¿alguien se acuerda del metaverso?

Los nuevos acrónimos y los que ya están impactando en la economía

Precisamente, en los últimos meses ha nacido un nuevo acrónimo que viene a contradecir a ese FOMO. Hablamos del JOMO (join of missing out) o el placer de perdernos cosas, en castellano. Quienes hablan de este fenómeno abogan por la importancia de poner límites y de ser conscientes de que no se puede llegar ni estar en todo. La capacidad de elegir y de decidir cuándo hay que decir que sí y cuándo no sin tener ansiedad por haber rechazado algo está detrás del JOMO, donde las redes sociales están jugando un papel fundamental por la hiperconectividad que nos permite ver en cada momento qué hacen nuestros amigos y las personas de nuestro entorno.

En medio de estos dos acrónimos, y aunque temporalmente no siga un recorrido lineal, está el JOLO. El ‘You only live once’ o lo que en castellano describiríamos como ‘solo se vive una vez’ ha cogido fuerza a raíz de la pandemia. A muchos de nosotros, el Covid nos ha hecho ser conscientes de que la vida puede cambiar de un momento a otro y nos ha hecho valorar el tiempo de otra forma. Y en estos dos sentimientos generados en el mundo pospandemia hay un denominador común que tiene que ver con las ganas de aprovechar el tiempo y de vivir más el presente.

Esa necesidad de hacer más cosas tiene un claro impacto económico: estamos gastando más, especialmente en ocio y experiencias, lo que está haciendo que en la era del YOLO el sector servicios sea uno de los que mejor se está comportando: en Estados Unidos, el PMI del sector servicios lleva desde enero por encima de los 52 puntos, mientras que en España este indicador ha marcado en febrero máximos de mayo de 2023, al situarse en los 54,7.

¿Seguirá la tendencia? En un primer momento, se esperaba que la recuperación del Covid fuera más puntual, pero desde hace meses estamos viendo cómo se mantiene y que hay mucha capacidad de gasto en ocio, turismo, hoteles, etc. En este sentido, José Ramón Iturriaga, socio y gestor de fondos en Abante, sostiene que “las ganas de recuperar el tiempo perdido han venido para quedarse”, y que claramente esto va a beneficiar más a unos sectores y compañías y a unos países por encima de otros.

Lógicamente, las empresas relacionadas con el ocio y el turismo son las que más se están viendo beneficiadas por este nuevo paradigma económico que lleva las sigas de YOLO y, en consecuencia, los países con más demanda de turistas, también. Y en esta lista se encuentra España.

Nuestro país ha superado en 2023 el récord de turistas y de gastos que tuvimos justo antes de la pandemia, en 2019. Hemos tenido más turistas internacionales, 84 millones, que han gastado más, 108.000 millones de euros. Y las cifras de ocupación de los principales hoteles ya apuntan a que en las vacaciones de Semana Santa se volverá a marcar un nuevo récord.

¿Y qué está pasando en el mercado? ¿Se está reflejando esta tendencia en bolsa? Iturriaga explica que las compañías ligadas al ocio y al turismo van a seguir haciéndolo bien y que este nuevo escenario social y económico ya se está reflejando en las cuentas de resultados de las compañías de estos sectores, aunque el mercado todavía no lo haya reconocido en sus valoraciones.