Invertir en los intangibles: la importancia del propósito para vivir más y mejor

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01/07/2025
Tener un propósito para vivir más y mejor

Hay una isla en Japón que no solo es famosa por su gastronomía o su clima templado, sino por algo mucho más valioso: la longevidad de sus habitantes. Okinawa cuenta con una de las tasas más altas de centenarios del mundo. ¿Su secreto? Un estilo de vida en el que el propósito –el famoso ikigai– y las relaciones personales –el moai– son tan importantes como la alimentación o el ejercicio para vivir más y mejor.

El ikigai: propósito para una vida larga y feliz

El ikigai, que puede traducirse como «la razón de ser» o «la razón para levantarse cada mañana», es un concepto central en la cultura japonesa y uno de los principales motivos por los que Japón encabeza cada año los rankings de los países más longevos del mundo. Según el libro “Ikigai. Los secretos de Japón para una vida larga y feliz”, de Héctor García y Francesc Miralles, tener un ikigai claro y definido aporta satisfacción, felicidad y significado a la vida. En su segunda edición, los autores, además, incorporan nuevas entrevistas realizadas a personas centenarias de Okinawa, junto con herramientas prácticas para ayudar a cualquier persona a descubrir su propósito vital.

¿Podemos aprender a descubrir nuestro propósito? ¿Cómo se cultiva el ikigai para vivir más y mejor? Durante el primer encuentro de un ciclo de webinars sobre longevidad organizado por Abante, Paula Satrústegui, socia de Asesoramiento patrimonial, señaló que “el propósito es clave para tener una vida larga y plena. El ikigai nos ayuda a mantenernos activos y mentalmente sanos; a tener un proyecto de vida concreto que nos motive, que dé sentido a lo que hacemos y para que sepamos qué pasos dar”.

Propósito, planificación y finanzas para una vida longeva

Y es que vivir más años no solo implica replantearnos nuestra estrategia financiera para poder mantenernos durante ese tiempo, sino también –como recordaba Satrústegui– “ocuparse de nuestras finanzas en todas las etapas de nuestra vida, tener un plan financiero que nos ayude a conseguir nuestros objetivos y vivir la vida que deseamos”. Por eso es tan importante cultivar ese propósito: nos da dirección y nos ayuda a tomar mejores decisiones, también en lo económico.

Este enfoque ha sido popularizado más allá del ámbito académico o médico gracias a la serie documental de Netflix “Vivir 100 años: Los secretos de las zonas azules”, que dedica uno de sus episodios precisamente a Okinawa. A través de testimonios de sus habitantes, la serie ilustra cómo un estilo de vida centrado en el sentido, la comunidad y los hábitos saludables puede traducirse en décadas adicionales de vida activa y plena.

Las relaciones personales como motor de longevidad

Esta conexión entre propósito y longevidad no es nueva. El psiquiatra Viktor Frankl, en su obra “El hombre en busca de sentido”, reflexionó sobre cómo tener un propósito claro puede marcar la diferencia incluso en las circunstancias más extremas. Frankl, que sobrevivió a varios campos de concentración nazis, observó que aquellos que lograban encontrar un “por qué” –una razón para seguir adelante, un objetivo, por pequeño que fuera– tenían más probabilidades de resistir el sufrimiento. Su tesis sigue vigente: una vida con sentido no solo es más plena, también es más resiliente.

El moai, otra tradición japonesa también originaria de Okinawa, representa otro de los pilares invisibles de la longevidad. Aunque literalmente significa “reunión con un propósito común”, en la práctica se traduce en un grupo de personas que se comprometen a cuidarse mutuamente a lo largo de su vida. Estas redes personales ofrecen algo más que compañía: generan estabilidad emocional, resiliencia en los momentos difíciles y una profunda sensación de pertenencia.

Numerosos estudios, como el “Harvard Study of Adult Development” desarrollado por la Universidad de Harvard sobre el desarrollo adulto, han demostrado que las relaciones de calidad son uno de los principales predictores de salud y bienestar en la vejez. De hecho, la conexión social significativa no solo mejora el estado de ánimo, también está asociada con menor incidencia de enfermedades crónicas, mejor salud cognitiva y mayor esperanza de vida.

Vivir más años implica reconfigurar nuestras prioridades

Como apuntó Henar Reguera, socia del área comercial de Abante, “el hecho de parar en seco, sin haber cultivado otros espacios, genera una enorme incertidumbre”. Una jubilación que se prolonga durante 25 o 30 años exige más que planificación financiera. Exige un compromiso con uno mismo para pensar qué queremos hacer con ese tiempo, qué propósito queremos desarrollar, con quién queremos compartirlo.

Y es que, aunque la longevidad es una buena noticia –porque nos brinda la oportunidad de vivir más años con salud y plenitud–, solo lo es si esos años están llenos de sentido. Vivir más, en sí mismo, no basta. Requiere preparación emocional, mental y económica. En ese sentido, la longevidad no puede entenderse como un tramo final pasivo, sino como una etapa llena de oportunidades –más costosa, sí, pero también más libre– que exige redefinir cómo queremos vivir y cómo vamos a prepararnos para ello.

Invertir en los intangibles no es algo abstracto. Es dedicar tiempo a pensar, a hablar con los tuyos, a tomar decisiones con perspectiva. Significa poner nombre a lo que te importa para que tu estrategia financiera –y tu estilo de vida– lo reflejen. Porque vivir más años no es suficiente. Lo que de verdad marca la diferencia es saber por qué y para qué.