Carta del Gestor · José Ramón Iturriaga | Septiembre 2014

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02/10/2014

Las bolsas en el último trimestre han estado en modo ver para creer. El escepticismo reinante ha provocado que se magnifiquen los riesgos y  que, consecuentemente,  los mercados se hayan movido a golpe de titular: Kiev, Escocia, bancos centrales… Pese a las marcadas idas y venidas y a la sensación generalizada de que la bolsa no para de caer, la renta variable no ha hecho gran cosa en este periodo y el resultado acumulado del año no es malo. En cualquier caso, el excesivo foco en el corto plazo y el enorme pesimismo reinante, más que riesgos, suponen una oportunidad: se pierde la perspectiva necesaria para ver lo que pasa con los fundamentales macro y micro.

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Como Santo Tomás, hasta que los datos de actividad de los próximos trimestres no confirmen que el mundo sigue girando, no nos lo terminaremos de creer. Entretanto, el temor a una tercera pata de la recesión en Europa o a que Estados Unidos haga implosión en el momento que suban los tipos de interés seguirá atenazando a los mercados. Lo más seguro es que en los próximos meses las cifras corroboren que la situación macroeconómica en Europa, sin ser como para escribir a casa, es mucho mejor de lo que se está anticipando ahora mismo. La demanda interna alemana tienen muchas papeletas de convertirse en el motor de Europa –lo que favorecerá el reequilibrio de la balanza por cuenta corriente en la región-, en un entorno en el que los bajos tipos de interés y la depreciación del euro van a impulsar al conjunto de la Unión Monetaria.

La subida de tipos de interés en Estados Unidos, cuando se produzca, no debería tener mayores efectos en la economía americana, como tampoco el final del QE (quantitative easing o medidas de expansión cuantitativa) lo ha tenido. Fundamentalmente, porque si los tipos se elevan desde niveles extraordinariamente bajos es porque el experimento monetario que abanderó el expresidente de la Fed, Ben Bernanke, ha sido efectivo.

En cuanto a España, quizá los buenos datos de los próximos meses sirvan para que algunos nos quitemos el sambenito por haber sido algo más constructivos que la media. En cualquier caso, el patrón de crecimiento para los próximos años ya se ha asentado y las ganancias en competitividad deberían redundar en exportaciones fuertes,  inversión empresarial y  aumento de capacidad, así como la mejora de la inversión directa extranjera. El crecimiento de la demanda interna no va a seguir al ritmo de los últimos tiempos, pero es probable que siga avanzando, fundamentalmente por la mayor renta disponible como consecuencia del desapalancamiento hipotecario y la mayor circulación el crédito.

Y en lo que se refiere a las compañías, también como Santo Tomás, el mercado se dará de bruces –de hecho ya se está dando- con la recuperación que se está produciendo en la cuenta de resultados de muchas empresas españolas. Creo que el comportamiento de algunas acciones últimamente es un muy buen ejemplo del escepticismo reinante. Jazztel,  sin ir más lejos, cotizaba tres euros por debajo del precio de la esperadísima OPA de Orange una semana antes de que se produjera. O en el caso de las televisiones, Antena3 y Mediaset, hasta que no se ha constatado que la recuperación de la publicidad era un hecho, tras tres meses de subidas de más de dos dígitos, no lo han reflejado en precio las acciones. En circunstancias normales de mercado, estos valores lo hubieran recogido en el precio mucho antes.

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La dispersión en el comportamiento de muchas acciones en los últimos meses ha sido notable y ha pesado en la evolución del fondo. Las acciones más ligadas al ciclo, las pequeñas y medianas compañías,  y aquellas que más habían recuperado, han sufrido correcciones significativas que no se justifican por el newsflow (el flujo de noticias) de los últimos meses, todo lo contrario. En cualquier caso, el comportamiento más errático de este tipo de compañías entra dentro de lo normal y el camino andado lo pueden desandar igual de rápido.

Sin embargo, la cortedad de miras actual donde mejor se refleja, quizá, es en las valoraciones de muchas compañías a año y medio vista. El efecto del apalancamiento operativo en las cuentas de resultados de muchas empresas expuestas a la recuperación del ciclo es impresionante y cómo eso se refleja en la valoración de las mismas para 2016, para quien tenga el tiempo y las ganas de remangarse. Sin duda, el mercado puede seguir moviéndose al golpe del último teletipo de Reuters durante algún tiempo más, de excusas para no invertir están hoy en día llenos los periódicos.  Pero el momento dedos en la llagas se acerca y es mejor pillarlo dentro.

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José Ramón Iturriaga, gestor de Okavango Delta, Kalahari y Spanish Opportunities.

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