La revolución de las canas
¿Somos conscientes del regalo que supone vivir más años? ¿Por qué pensamos que tener vidas centenarias puede ser algo negativo? En la era de la longevidad y en el segundo país con mayor esperanza de vida -solo por detrás de Japón-, plantearse estas cuestiones resulta casi inevitable.
En “La revolución de las canas”, Antonio Huertas, presidente de Mapfre, e Iñaki Ortega, director de Deusto Business School, reflexionan sobre los retos que nos plantea la longevidad y las oportunidades económicas que se nos presentan como individuos, como sociedad y como país.
Durante la conferencia que tuvo lugar hace unos días en el auditorio de Abante en Madrid, los autores hablaron con Santiago Satrústegui, presidente de Abante, de lo que han denominado como “economía del envejecimiento” y destacaron la enorme oportunidad que supone tener vidas centenarias porque, como recordó Ortega: “Las ventajas de envejecer compensan las desventajas”.
El incremento de la esperanza de vida
¿Sabemos que vamos a vivir cien años? Huertas explicó que, aunque ya se está pensando que no vamos a tardar mucho en alcanzar los 120 años como esperanza media de vida, los individuos no somos conscientes de esta realidad y la sociedad, tampoco.
“En España, a principios del siglo XX, solo uno de cada cien habitantes llegaba a los 65 años; hoy, el 95% de las personas los supera. Este movimiento en positivo de la esperanza de vida hace de la población madura un recurso valioso y un reto de innovación de crecimiento”, comentó Ortega, al tiempo que hizo hincapié en la necesidad de prepararse financieramente cuanto antes para esos años de más que vamos a vivir.
En esta planificación financiera para vidas centenarias, pensar en la jubilación se vuelve un factor fundamental. En este sentido, Ortega recordó que a pesar de que la esperanza de vida se ha duplicado en el último siglo, la edad de jubilación apenas se ha movido desde que se fijó, lo que genera un escenario de jubilaciones más largas y menos recursos públicos, mientras que cada vez vamos a llegar a la edad de retirarnos más activos, con mejor salud y con más ganas de hacer cosas.
¿Estamos preparados para trabajar más allá de los 65 años? “Necesitamos una reflexión general para conseguir un cambio cultural y crear puentes educativos con el mundo del emprendimiento y el asesoramiento”, destacó Huertas al hablar de cómo podemos concebir la jubilación como una etapa diferente a la que teníamos preestablecida.
Oportunidades económicas
¿Cómo afecta la longevidad a la economía? Ortega explicó que con el envejecimiento van a surgir nuevos nichos económicos que aún no están explorados desde el punto de vista económico y del empleo: “El envejecimiento puede alimentar el PIB. En el libro hemos identificado seis o siete sectores en los que puede crecer el empleo. La oferta de ocio para los mayores es una oferta antigua. La oferta de salud tiene que cambiar y mejorar, también la educación, la vivienda, etc. Es una oportunidad para los emprendedores y los inversores”.
Ortega también habló del incremento del gasto y del consumo de la llamada generación de las canas, que no solo consumen más que los jóvenes, sino que lo hacen de forma diferente.
Por último, los autores pusieron el foco en cómo viven y pueden vivir los mayores de 65 años y concluyeron que, hoy por hoy, las ciudades no están preparadas para el envejecimiento: “Necesitamos ciudades más humanas. Las grandes ciudades se tienen que transforman hacia las antiguas polis griegas para que sean espacios abiertos que faciliten el día a día de las personas más mayores”. Y aquí, Ortega puso de ejemplo algunos países que ya están poniendo en marcha y probando aceras más anchas, semáforos que duran más tiempo o espacios para vivir de forma compartida.