La confianza del consumidor toca mínimos, ¿qué es y cómo nos afecta?

La confianza del consumidor en la eurozona ha caído 3,5 puntos en septiembre, según indica la lectura preliminar del índice que ha publicado recientemente la Comisión Europea. Un dato que marca un nuevo mínimo histórico, recogiendo el pesimismo de los consumidores en la actividad económica tras los meses de verano. ¿Qué ha pasado?

El índice de confianza del consumidor es una encuesta mensual en la que se mide el grado de optimismo que tienen los consumidores sobre la economía, ofreciendo, así, una foto completa de cómo la sociedad percibe la situación económica. Por lo que, si analizamos el contexto de incertidumbre actual, marcado por la guerra de Ucrania, la crisis energética y los altos niveles de inflación, el dato resulta consecuencia directa.

¿Cómo se realiza esta muestra?

Aunque estamos hablando del dato de la zona euro, se trata de un medidor que se realiza en distintos organismos, según el país o la región que corresponda. Por ejemplo, existe el de España, el de la eurozona o el de Estados Unidos, entre otros, pero todos con un objetivo común: anticipar el comportamiento de consumo de los ciudadanos.

En España, el encargado de su elaboración es el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en la eurozona lo hace la Dirección General de Asuntos Económicos y Financieros de la Comisión Europea, y el de Estados Unidos, la Universidad de Michigan.

Se trata, por tanto, de una encuesta que se divide en dos partes. Por un lado, mide la evolución y la actualidad, refiriéndose a una valoración que hacen los consumidores de la situación presente en relación con la que tenían hace seis meses. Y, por otro lado, las expectativas que refleja la situación económica esperada por los consumidores para dentro de seis meses. Todo ello teniendo en cuenta parámetros generales como pueden ser el sexo y la edad.

¿Por qué ha tocado mínimos?

La guerra en Ucrania y su posible -o no- resolución está siendo la gran protagonista del año. Este escenario ha hecho que el precio de las materias primas se disparase aún más, llegando la energía a batir máximos históricos y provocando que los países afectados por esta alza traten de tomar medidas para contener los precios.

Con todo, este no ha sido el único motivo por el que los consumidores no están muy optimistas respecto la actual situación económica y lo que está por venir. La elevada inflación y las subidas de los tipos por parte de los bancos centrales para contenerla han provocado que los ingresos reales de los hogares caigan y, como consecuencia, esto está repercutiendo en el gasto de las familias.