¿Qué es un seguro y por qué me interesa contratar uno?

Un seguro es un contrato que cubre riesgos a los que puede estar expuesta una persona (asegurado). Quien lo contrata (tomador) paga una cantidad de dinero (prima) a cambio de que el asegurador se comprometa a indemnizar los daños al beneficiario del si se llega a producir le riesgo cubierto. El tomador del seguro, el beneficiario de este y el asegurado, pueden llegar a ser personas diferentes.

Los seguros pueden ir dirigidos hacia una persona particular o hacia un colectivo, cubriendo el riesgo de cada miembro, independientemente de si el riesgo le ocurre a uno u a otro.

Según las consecuencias del riesgo se clasifican en tres tipos. En primer lugar, los riesgos personales, que son aquellos que tienen impacto directo sobre la vida, la salud o la integridad física o psíquica de las personas. En segundo lugar, los riesgos materiales que son los que cubren los daños en objetos. Y, por último, los riesgos patrimoniales, que no afectan a objetos concretos sino al patrimonio general.

Pero ¿cuáles son los elementos que forman un seguro?

  • Póliza: es el documento en el que se recogen todas las condiciones y acuerdos pactados.
  • Prima: es el precio que se paga a la aseguradora para que acepte la cobertura del riesgo. En su cálculo intervienen: la edad y la salud del asegurado, el plazo de cobertura y los tipos de interés.
  • Prestación: es la cantidad de dinero que recibe el beneficiario en caso de que ocurra el riesgo cubierto.
  • Riesgo: es el evento que se cubre y este es cierto, pero incierto en cuanto al momento en el que se puede producir.

Y, ¿por qué una compañía de seguros está dispuesta a asumir las consecuencias negativas de los riesgos que me puedan pasar?

La clave se encuentra en la probabilidad y en la distribución entre las personas aseguradas y expuestas al mismo tipo de riesgo, pero que solo sufren algunas de ellas. Es decir, de las personas aseguradas, no todas sufren accidentes, solo -por ejemplo- la mitad. Por lo tanto, muchas personas están pagando por los riesgos, pero no todas ellas reciben algo a cambio, solo las que lo sufren.

Cuando hablamos de seguros, como acabamos de ver, podemos cubrir riesgos personales, materiales o patrimoniales, es decir, podemos hablar de seguros de vida, de dependencia, de salud, de hogar, de autos, etc.  Vamos a poner un ejemplo con este último.

Juan, que es propietario de un coche, paga un seguro que le cubre los daños o posibles riesgos de accidente, pero no le ocurre ninguno durante el periodo cubierto. Por el contrario, Mario, también propietario de un coche y con el mismo seguro que Juan, es protagonista de varios accidentes. Ambos pagan el seguro, pero Mario es el único que se beneficia el que se beneficia de haber contratado el seguro ya que, en función de la póliza que haya contratado, será la aseguradora la que se haga cargo de los gastos derivados de los accidentes.

Un seguro para proteger tu futuro

A la hora de valorar nuestros objetivos y el camino que queremos seguir para alcanzarlos, tanto los financieros como los vitales, las personas, habitualmente, no pensamos en las situaciones inesperadas que nos pueden llegar a ocurrir. Momentos fortuitos que ponen en riesgo un plan que hemos generado pensando en nuestra vida y en la de nuestros seres queridos.

¿Qué ocurre si nuestra situación y, por lo tanto, nuestras prioridades cambian si tenemos, por ejemplo, una incapacidad o una dependencia? Jaime Aguilar, socio de Asesoramiento patrimonial, explica que, para protegernos de imprevistos, anticiparse es clave. Y, para anticiparnos, necesitamos un plan de previsión que nos ayude a comprender qué tipo de seguros necesitamos y qué es lo que deberíamos cubrir.

Cómo proteger mi Plan de Futuro Completo con un plan de previsión